Analizaron los 15 meses de implementación de la tarjeta Alimentar

El ministro de Desarrollo Social, Gabriel Yedlin, participó este mediodía en forma virtual del  diálogo “Tarjeta Alimentar: estudios sobre el alcance e impacto a 15 meses de su implementación”, organizado por la cartera nacional a cargo de Daniel Arroyo, quien encabezó el panel que se desarrolló en el Centro Cultural Kirchner en Buenos Aires.

Acompañaron a Arroyo, Ianina Tuñón, investigadora docente de la Universidad Católica Agentina, coordinadora del proyecto IR PISAC-COVID19- Universidad Nacional de La Matanza; Isaac Rudnik, director del Instituto de Investigación, Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCI); y Sebastián Waisgrais, especialista en Inclusión Social y Monitoreo de UNICEF.

La mesa analizó los efectos de la Tarjeta Alimentar sobre hogares y niños y niñas destinatarios en el marco de la pandemia y los desafíos para el 2021 de las políticas sociales y especialmente aquellas destinadas a garantizar la seguridad alimentaria.

Participaron por vía remota, los ministros y referentes de áreas sociales de las distintas provincias y representantes de instituciones científicas, académícas y sociales.

Al respecto, Yedlin señaló que “el tema de este conversatorio ha sido la tarjeta alimentaria a 15 meses de su implementación y hubo referentes académicos que hicieron estudios durante este tiempo como el Observatorio de la Deuda Social de la UCA y de UNICEF, puesto que es una política abocada principalmente a la primera infancia”.

Agregó que “todos concuerdan que fue una estrategia adecuada, que la implementación de la tarjeta ha sido protectora y ha estado bien dirigida”.

En ese sentido, detalló que “el 80 por ciento de esas familias ha estado en situación de pobreza y el 10 por ciento en indigencia y ha podido sostener el consumo de carnes, leche, frutas y verduras.

Agregó que “sobre todo, han podido sostener que los grupos que están en situación de indigencia no tengan episodios de hambre”.

Asimismo, afirmó que “ha sido una política con perspectiva de género porque estuvo focalizada en muchas familias monomaternales, o sea con una sola persona adulta a cargo y mujer”.

También, reveló que “se habló de las perspectivas de aumentar el grupo etáreo o buscar que otros grupos que tengan acceso a la tarjeta, como jubilados con la mínima o personas con discapacidad”.

No obstante, aclaró que “lo que ha salido en el debate es que en este momento hay que sostener la tarjeta en el grupo que está y quizás fondearla más para que no pierda en relación al aumento de precios de los alimentos”.

Yedlin opinó que “la tarjeta está bien focalizada porque se ha distribuido principalmente en las zonas más pobres del país, como el NEA, el NOA, los barrios populares y ha llegado a las personas q más necesitaban”.

Finalmente, destacó que “es muy inteligente que se busque evidencia científica y se hagan estudios de investigación para que las políticas públicas se adopten en el marco de un trabajo científico serio y con información”.

Arroyo y la importancia de los ciclos de diálogos

Arroyo recalcó la importancia de “generar un ciclo de diálogos entre el Ministerio y el ámbito académico, estudiosos e investigadores donde se analizarán los avances y retrocesos, viendo dónde estamos parados, y en qué medida los estudios marcan cuánto hemos evolucionado y qué dificultades tenemos”. Y agregó: “Iniciamos el primer encuentro conversando sobre la Tarjeta Alimentar, que es la primera política que llevamos adelante cuando asumimos el Gobierno”.

“Para nosotros la Tarjeta Alimentar ha tenido tres grandes objetivos: atender la problemática del hambre y de la mal nutrición en Argentina; es una política de niñez y es una política de desarrollo local que promueve el desarrollo de la economía social, del compre local, que la gente compre cerca de su casa y mover la actividad económica local”, puntualizó Arroyo.

Por su parte, Rudnik compartió los datos de una encuesta realizada sobre 20.260 jefas y jefes de hogar. “Encuestamos a los responsables de la alimentación en cada hogar, la mitad fue hecha a familias que estaban recibiendo la tarjeta y la otra mitad a familias que no la reciben”, explicó y señaló que un 46% de los que reciben la tarjeta pudieron comprar más alimentos que antes de tenerla.

Respecto a la calidad, con la tarjeta un 16% de los hogares que reciben la tarjeta pudieron comprar mejor calidad de alimentos. Sin embargo, transcurrida la pandemia, un 23% de los hogares que recibían la tarjeta tuvieron que comprar menos alimentos y un 63% de los hogares sin tarjeta tuvieron que reducir la cantidad de alimentos que compraban. Por ejemplo, entre los hogares que consumen leche entre 2 y 3 veces por día, un 53% de los hogares reciben la tarjeta.

Rudnik señaló que, respecto al consumo directamente relacionado a la tenencia o no de la tarjeta, en todos los casos hubo una ayuda importante, se nota la diferencia entre los hogares que tienen la tarjeta y los que no la tienen.

A continuación, Tuñón relató que la evaluación del impacto de la tarjeta, realizada por el Observatorio de la Deuda Social Argentina, contiene un estudio descriptivo de los destinatarios de la tarjeta, donde consta que se trata de una población de alta vulnerabilidad social, con niveles de pobreza elevados que llega al 70 por ciento.

También se investigaron los consumos alimentarios y reveló que la frecuencia de compra es semanal, en comercios de cercanía y que un 60% complementa su alimentación con otro tipo de ayuda directa, como comedores y bolsones de alimentos. Solamente un 6% compra en ferias.

Por su parte, Waisgrais compartió algunas estadísticas que reflejan la importancia de la tarjeta en términos de recursos destinados a sostener la economía en los sectores más necesitados: “En 2020, el presupuesto del programa se multiplicó por cinco, si lo comparamos con el 2019, incluso si descontamos los efectos de la inflación, se multiplicó por cuatro, lo cual muestra unos niveles de ejecución significativos”, y agregó: “Es importante que estos esfuerzos fiscales sigan estando en el marco de las prioridades de este Gobierno”.

Además, Waisgrais señaló que la aplicación de este programa ha invertido un esquema existente en tanto que “si uno miraba antes de la Tarjeta Alimentar, el 75% del presupuesto de la función nutrición y alimentos lo ejecutaban las provincias y el 25% la Nación. Hoy eso se invirtió, el 70% del presupuesto de la función consolidada de nutrición y alimentación lo genera la Nación y el resto de las provincias”.

La tarjeta Alimentar es una de las políticas sociales que ha implementado el Ministerio de Desarrollo Social para enfrentar la situación de inseguridad alimentaria que atraviesa un alto porcentaje de familias argentinas. Esta herramienta de inclusión ha sido fundamental para atravesar la circunstancia extraordinaria de la pandemia de COVID-19.