Trata: Condenaron en Córdoba a dos personas que explotaban a una tucumana

Gilda Zurita, responsable del Programa.

El Tribunal Oral Federal de Córdoba condenó, como autores responsables del delito de trata con fines de explotación sexual, agravada por haber mediado engaño, amenazas, abuso de la situación de vulnerabilidad y por haberse consumado la explotación, a Silvia Cristina Fecha a 8 años de prisión y Héctor Hugo Quiroga, a 8 años y 6 meses de prisión.

El hecho que motivó la investigación  tuvo lugar en 2015, cuando una joven tucumana fue rescatada en la Provincia de Córdoba, localidad de Rio Tercero, luego de haber sido explotada sexualmente.

El Programa de Asistencia Integral a Victimas de Trata de Personas, a cargo de Gilda Zurita y que depende del Ministerio de Desarrollo Social que conduce Gabriel Yedlin, intervino en la causa a partir de la solicitud del Punto Focal de la Provincia de Córdoba, dependiente de la Secretaría de Asistencia y Prevención  de la Trata de Personas, organismo que solicitó la articulación necesaria para el retorno seguro y Asistido de la joven hacia la Provincia de Tucumán.

Asimismo, se ordenó el descomiso de los instrumentos para concretar los hechos delictivos, como así también se envió el acta del debate a la Fiscalía Federal de Villa María a fin de investigar la participan de otra persona.

Hasta la actualidad, el Programa continúa su trabajo de acompañamiento con la Joven “Paulina” (nombre ficticio). Así es que, en marzo de este año, tras un abordaje interdisciplinar y de comunicación constante con el Juzgado Federal de Córdoba, se recibió la sentencia del Juicio Oral y Público.

El hecho

Según informaron desde el Programa, En el momento que se produce la captación en la Provincia, Paulina atravesaba una situación de vulnerabilidad psicosocial, y económica; como también no contaba con vínculos familiares de contención. Mediante un engaño  de “oferta laboral” de una vecina de trabajar como vendedora ambulante o de niñera en ocasiones, le propone realizar un viaje a Córdoba, donde recibiría un buen dinero que podría ayudar a su familia, como también conocer otros lugares. También le ofreció pagar los pasajes, el alojamiento y alimentación una vez que llegaran a destino.

Así, en febrero de 2015 en un micro de larga distancia en compañía de su vecina, Paulina es trasladada y acogida en una casa de personas conocidas de su vecina, donde le manifiestan que de lo que gane Paulina debe devolver los gastos del colectivo, y de los alimentos.

Fue en ese momento donde empieza a cambiar lo prometido por su captadora, pero la joven, sin dinero ni comunicación posible con su familia, no podía regresar.

A la semana de haber llegado a Río Tercero, Paulina es trasladada en un auto a un bar donde fue obligada a prostituirse. Allí se encontró con otras jóvenes, que se alojaban en el lugar, que se encontraba en condiciones insalubres, sin higiene.

Además, no tenían posibilidad de salir, ni descanso, y muy poca alimentación. Los pases (acto sexual) eran a cualquier hora del día, y además eran obligadas a ofrecer estupefacientes a los clientes, como también le administraban a ellas como forma de impedir que escapen del lugar.

La joven logró romper la situación de explotación, cuando acudió a un centro de salud cercano por una situación de urgencia, donde al ingresar a la consulta, relató su situación y pidió ayuda. A partir de allí se inicia la intervención judicial, con el acompañamiento de la Secretaria de Asistencia y Prevención de la Trata de Personas de la Provincia de Córdoba.

Paulina, desde el momento en que fue rescatada, planteó su deseo de regresar a su provincia con su familia, por lo que se articuló con el Programa que conduce Zurita, y así el equipo inició el trabajo para su retorno asegurado y brindar posterior asistencia psicosocial y jurídica.

Al llegar a Tucumán, la joven inicio un proceso de asistencia interdisciplinaria, con un espacio individualizado para sostener sus entrevistas psicológicas y sociales, como así también acompañamiento jurídico en lo que respecta a su causa judicial y las medidas de protección de las que dispone.

Paulina regresó a Tucumán con un embarazo y el equipo del Programa acompañó en su deseo de tener a su hija, como también todo el proceso del embarazo.

También se trabajó con su grupo familiar, y en proyectos de autonomía económica de la joven, en las condiciones habitacionales, y en proyectos educativos y laborales.

Paulina brindó su declaración testimonial en dispositivo de cámara Gesell en mayo de 2016, con el acompañamiento técnico del Programa y fue asistida por el equipo en todo el proceso de la sentencia, a pesar de la distancia e incluso del contexto de Aislamiento Social, preventivo y Obligatorio por la pandemia de COVID- 19.